Conociendo a la novia. Parte 1

Se llama Cristina, pero le gusta que le digan Cris. Pues resulta que Román se fue a los EU, a un viaje de trabajo desde hace semana y media. Por tal motivo Carolina y yo paseamos juntas todas las tardes a la Whitney, y más seguido, a la Ramira. El asunto nos ha resultado muy práctico, llego de trabajar y más o menos como veinte minutos después ya la tengo tocando timbre. La hago pasar, me ayuda a acomodarle los collares a la perra porque no puedo sola con ella, es tremenda cuando se emociona, así que le dejo la labor a Caro mientas yo convenzo a la Ramira de ponerle el suyo o la distraigo si no está en los planes, después lleno los botecitos de agua y salimos. Es divertido, me emociona. Hay mucha gente a esa hora y a veces hasta tenemos pegue con los homos. Si fuéramos unas bugas solteronas eso sería frustrante pero para nosotras es divertido porque joteamos. Así que hemos convivido más tiempo, y percibo a Carolina como una persona muy inteligente, simpática, emotiva, y madura, aunque a veces la siento muy insegura, confundida y complaciente. Como si buscara una dirección para todo y no se atreviera a ser ella totalmente, y seguir sus propios caminos no los que otras personas trazan. Es una gran escucha y muy observadora, todos los días -que a mi me parecen iguales- ella nota detalles que el día anterior no existían. Piensa mucho, y se enreda en sus propios pensamientos, a veces hasta tengo que decirle "¿Sigues ahí?" y me rio. Ella se ríe también. En el tiempo de conocernos no hemos tenido ninguna discusión, es asertiva (igual que yo) y siempre está dispuesta a negociar algo. Además la Whitney la ama, hasta parece que se hablan las dos. A diferencia mía que soy inteligente más por naturaleza que otra cosa, ella lee mucho. Es una gran lectora. 

Siempre, después de pasear a la perra, nos sentamos en una banquita para seguir platicando. Y resulta que Carolina es lectora de el excelsior, pero sobre todo de algunos editorialistas a quienes lee sin falta -y llego a sopechar que hasta re-lee- así que sentadas, saca su teléfono celular y me lee algunas editoriales que le gustaron por equis o ye. Yo mientras tanto hago casi lo mismo, saco el mío para jugar en mi app de sopa de letras (odio candy crush). He notado que tiene una fascinación por una tal Dore Ferriz, toda la semana me leyó algo de ella, también lee a una fulana llamada Luz que habla de teatro, -muy intensa-, y a un señor que habla de literatura. Yo que no soy tan leída la escucho con el afán de aprender y ella que está en todo, mientras me lee su editorial favorita del día me ayuda a encontrar palabras que yo aún estoy buscando (¡!) tiene ojo bionico. Pero en su vida nadie iguala a Dore Ferriz, la cita a la menor provocación, oye. A veces hasta me la imagino tocándose, al punto del orgasmo y pensando lo que Dore piense o no de la vida. No he bromeado con ella al respecto porque no la conozco así como para asegurarme que no se ofenderá. Había terminado de leerme una editorial de la fulana del teatro cuando me dijo: "Mi novia está nerviosa... -se ríe- que te quiere conocer porque me la paso hablando de tí" ¡Lesbianas! nunca salimos de nuestro trauma de celos, intriga, swinguería (que dificil es no coger con alguien que no conozca a una de las tipas que te han presentado, odio eso, neta) y posesión. Ni hablar del drama de los ex amores. A mi que me revisen yo no tengo fotos de nadie en mi computadora ni en ningún otro lado. "¿En serio? ¿Por qué?" "Pues quiere conocerte, hoy me lo recordó." "Eit, sí, ya sé como son las novias". 

La cosa fue el primero de mayo. Como era día de asueto fuí invitada por ellas a un partido de tenis donde, precisamente, jugaba Cristina. No podía negarme, no tenía pretexto y nunca había ido a un partido de tenis. La vida me ha enseñado que las lesbianas deportistas suelen divirse entre las que aman el futbol, tienen las camisetas de su equipo, las besan y toda la onda, las que aman el basquet y lo juegan o lo jugaron en alguna etapa de su vida pero no suelen verlo en tv (me he topado con tres de esas) las que aman el tenis pero no suelen jugarlo sólo lo ven y tienen sus tenistas fetiche sexual y las que practican atletismo y corren todos los 5 k que se encuentren en el camino. Pues Cristina resultó ser de la raza de amante de tenis pero  a su vez lo juega. Llegué al lugar de la cita y la conocí. Está muy curiosa, es super alta,  como 1.75 de piel muy blanca, tiene unos ojos azules grandes muy bonitos, corte de cabello muy masculino, casi como un guey, tipo Morrissey en los 80's copetazo loco, pero se le ve bien. Yo creo que si pudiera se vendaba los pechos, pero aún así los -medio-presume. Y la actitud... pues de macho, de esperarse. Primero me echó unas miradas así como de gallo de Palenque, después me nos dijo que ya tenía prisa y nos despidió. Carolina y yo nos fuimos a sentar, bajo un solazo de aquellos, a las gradas tipo secundaria que había. Carolina, muy  de lente oscuro, sacó protector solar y me lo pasó. "Lo vas a necesitar vamos a estar un ratote" "¿Tardan mucho?" "Pues hay dos por delante pero va a estar muy bueno juega contra Ivana, ¡no mames! A ninguna le gusta perder!" 

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