Siglos sin escribir, volando en el cielo con Magda

Y vengo porque -curiosamente- necesito hacerlo, no importa por que. En realidad no importa para que. Llegar acá e intentar escribir cosas, contar de como iba mi vida, y que es lo que había pasado me dejaba con la voz entre cortada y esas ganas de no sentir y no hacer. Sara, mi terapeuta, me ha dicho que lo haga, que escriba y cuente cosas aunque sea en el blog, aunque sea a la nada. Ella dice que la escritura sana y que hacerlo me hará bien. La mayoría de las veces tiene razón y no dudo de que esta vez también este en lo cierto.

Pues bien... aquí vamos. 
Mama murió, ocurrió el ano pasado. De una manera frágil y sumamente estúpida. Días antes la había visto, la invitamos al cine. Era una pelicula inglesa, de esas comedias románticas que le gustan Ivana. Mi mama y yo tenemos el mismo sentido del humor en donde nada nos da risa (sigo hablando en presente, lo se) así que ese día reímos poco, pero en los tacos, contando tonterías acerca de Mariana y mis hermanos reímos mucho. Días después estaba despidiéndome de ella en un cementerio. Las palabras de consuelo de todos se agradecen pero no te ayudan un carajo cuando sientes que una parte de ti falta, y que faltara el resto de tu vida. Bien dicen que aprendes a vivir con ello. Desalojar la casa nos llevo meses, la abuela ya no podría vivir sola. Por las noches me despertaba observando mi teléfono celular, tenia la idea de que mama marcaría en cualquier momento, me pediría ayuda, o me reganaria por no hacer las cosas que me pedía. Pero nada sucedió, su numero no volvió a sonar.

Ivana, que es mi novia ahora estuvo apoyándome durante todo el proceso. Momentos en los que me enojaba todo los hubo, y creo que por poco y decide dejarme pero quizás su miedo al fracaso la persuadió de no hacerlo. Aun así confieso, que en medio de ese camino oscuro en ocasiones solo deseaba que Vanessa me llamara esta vez para quedarse. Después de ese laspus roto, seguí con mi vida como hasta ahora. Tratando de ponerme en pie y ser de nueva cuenta Cass. En ocasiones voy a donde están las cenizas y hablo con sus restos, como cuando solía visitarla un domingo en la manana para beber leche. Ahora ya no bebemos y nada mas se escucha una voz. 

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